noviembre 22, 2024
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Por Luis Martínez Alcántara

En Utqiagvik, Alaska, la comunidad de aproximadamente 5 mil habitantes se enfrenta a un fenómeno natural conocido como la noche polar, que les privará de la luz del sol durante más de 60 días. Este año, el último amanecer se registró el 18 de noviembre y no volverán a ver el sol hasta el 22 de enero de 2025. Este evento anual es una parte integral de la vida en esta ciudad, que se encuentra en el círculo polar ártico, donde las condiciones climáticas extremas son la norma. 

La noche polar ocurre debido a la inclinación del eje terrestre, lo que impide que los rayos solares alcancen áreas tan al norte como Utqiagvik durante el invierno. Durante este período, los residentes experimentan temperaturas drásticas y una notable falta de luz natural. Aunque el sol no saldrá, el crepúsculo civil proporcionará algunas horas de luz tenue cada día, permitiendo a los habitantes continuar con sus actividades cotidianas.

Para enfrentar los desafíos de la noche polar, muchos residentes recurren a suplementos de vitamina D, ya que esta vitamina se produce naturalmente a través de la exposición al sol. Además, utilizan luces LED y dispositivos que simulan la luz solar para mitigar los efectos negativos de la oscuridad prolongada. La falta de luz solar puede tener consecuencias para la salud física y mental, lo que hace que estas medidas sean esenciales para el bienestar de la comunidad.

A pesar de las dificultades, la noche polar también trae consigo momentos únicos y celebraciones culturales. Al final del período oscuro, los residentes suelen organizar festividades para dar la bienvenida al regreso del sol. Estas celebraciones son una oportunidad para fortalecer los lazos comunitarios y apreciar las tradiciones locales, resaltando el espíritu resiliente de los inupiat que habitan en esta región.

La experiencia de Utqiagvik durante la noche polar es un recordatorio del poder de la naturaleza y su impacto en las comunidades humanas. Mientras los días oscuros persisten, los habitantes continúan adaptándose y encontrando formas creativas de vivir en armonía con su entorno extremo. Con la llegada del sol en enero de 2025, se espera que renazca no solo la luz, sino también un renovado sentido de esperanza y comunidad entre sus habitantes.

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