
Por Luis Martínez Alcántara
Arabia Saudita ejecutó al periodista Turki al‑Jasser, acusado de “alta traición” y delitos terroristas, tras siete años detenido por presuntamente manejar una cuenta anónima en X que criticaba a la familia real. Según el Ministerio del Interior, se le imputaron cargos de conspiración con “personas ajenas al Reino” y participación en actividades terroristas.
Aunque defendía que su tuit de 2014 criticaba la censura y alertaba que un escritor árabe “puede ser asesinado” por su gobierno, el mensaje sirvió como pretexto para su condena. La cuenta anónima, identificada por autoridades saudíes, fue vinculada directamente a él. Su ejecución se realizó en Riad, marcando un nuevo golpe al periodismo independiente en el país.
Organizaciones de prensa condenaron el acto; Reporteros Sin Fronteras afirmó que “el silencio ante semejante crimen equivaldría a ser cómplice de la destrucción del periodismo y de toda la libertad de prensa en el mundo”. El Comité para la Protección de Periodistas destacó la impunidad tras el asesinato de Jamal Khashoggi, señalando que esta nueva ejecución refuerza el clima de miedo en Arabia Saudita.
La falta de debido proceso, incluyendo tortura, desaparición forzada y juicios secretos, ha sido documentada por grupos de derechos humanos. Sanad y ALQST denunciaron que al‑Jasser fue detenido arbitrariamente, privado de acceso legal y sometido a tortura antes de morir. Su caso resalta los métodos extremos empleados contra periodistas críticos bajo el régimen de Mohammed bin Salman .
Turki al‑Jasser fue arrestado el 15 de marzo de 2018, cuando fuerzas de inteligencia irrumpieron en su vivienda en Riad y confiscaron sus dispositivos. Su detención coincidió con una campaña para identificar usuarios disidentes en Twitter, vinculada a agentes saudíes que trabajaban dentro de esa red social.
En prisión, fue sometido a tortura física y psicológica, como ruptura de huesos y descargas eléctricas, según testimonios de otros detenidos. Fue acusado de operar la cuenta Kashkool, crítica de la corrupción real y temas sensibles como los derechos de las mujeres y Palestina. El propio al‑Jasser había advertido en Twitter en 2014 que “el escritor árabe puede ser fácilmente asesinado por su gobierno con el pretexto de la ‘seguridad nacional’”.